Los conciertos de Tigre y Diamante después de publicar “Qué asco más rico” mostraron un directo rabioso y deliberadamente emborronado, con la voz enterrada entre guitarras y una base rítmica difuminada… La primera impresión durante esa serie de conciertos, fue que había que buscar una base más agresiva, resaltar las melodías que se estaban perdiendo entre muros sónicos demasiado espesos, y tratar de llevar las letras a un más que merecido primer plano; por eso, el duo primigenio formado por Coke y Jon inició un camino hacia la banda que es ahora, donde han obtenido cada vez más protagonismo los teclados de Iker González, los arreglos guitarreros de Sete y, sobre todo, el redondeo de las bases rítmicas, gracias al bajo de Alejandro Carantoña.

Reconvertidos en quinteto, Tigre y Diamante se encerraron entre enero y febrero de 2023 en los Estudios OVNI, con Pablo González a los mandos (cantante y guitarra de Desakato), para llevar adelante la grabación de una serie de nuevas canciones, que con el tiempo serán parte de un nuevo álbum… o no, porque la fuente mana sin parar y no es imposible que antes de verano tengan otra serie completa, quién sabe?

De esta nueva cosecha, “No podemos ser amigos” es un primer single, que muestra cómo el grupo ha evolucionado hacia un sonido mucho más nítido, pero sin renunciar a su esencia ruidista ni, por supuesto, a unas letras ásperas, a veces llenas de humor negro, otras veces de sarcasmo… Esta vez se trata de hablar de desamor de la forma más adulta posible, es decir: sin nostalgia impostada ni contemplaciones.

Como casi siempre que se habla de Tigre y Diamante, las etiquetas se quedan cortas, pues las canciones contienen ramalazos punk, arreglos rockistas, desaliños grunge y elegancia indie… El grupo es un poco todo, y al mismo tiempo se desmarca. Quizá eso sea lo que se llama personalidad y empezaremos a comprobarlo a partir de hoy.

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